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Bootlegs: La nostalgia de una época que no volverá.

Los Bootlegs eran grabaciones de shows en vivo de un artista publicadas por pequeñas compañías de discos que se encargaban de comprar estas grabaciones realizadas ya sea por fans en la audiencia(Audience) o que se filtraban de las mesas de sonido (soundboard) y venderlas, generalmente por correo. Cocomelo Records, KTS, Ritual, Bundy Records, eran sólo algunos de los nombres de éstas compañías de grabaciones piratas.

 

En ésta época, la internet, nos permite acceder a un sinnúmero de grabaciones de este tipo tan sólo con realizar una búsqueda inteligente con palabras claves. Con sólo presionar “Enter” encontraremos aquellas preciadas grabaciones que algún valiente fanático nos legó para la posteridad.

 

Pero en los años 90, era extremadamente difícil acceder a este tipo de grabaciones. Muchos de ustedes probablemente ni nacían en la época de oro de Alice in Chains, o estaban muy pequeños aún. Mi interés como fan viejo de Alice in Chains, es transmitirles como vivíamos los jóvenes fans de esa época, la búsqueda de grabaciones de nuestra querida banda en Santiago de Chile.

 

Entre los años 91-95, se vivía una verdadera explosión en Santiago también, como en todo el mundo, del rock alternativo. En ésa época se había producido una especie de quiebre entre los metal fans más clásicos o thrashers versus esta nueva camada de rockeros más bien grunge. Así como en ésta época, los emo son despreciados por la mayoría de las tendencias de las tribus urbanas, en aquella época los fans del grunge o rock alternativo pasaban lo mismo de parte de los fans del metal old school. El usar una polera de Alice in Chains o Pearl Jam se transformaba inmediatamente una serie de burlas o insultos en las calles. Hoy las bandas están consolidadas y forman parte del catalogo del classic rock y es hasta “cool” vestirse de esa forma o usar poleras de Alice in Chains

 

Sin embargo, Santiago comenzó de una u otra forma a expandirse en forma más tolerante, y fue así como el rock alternativo terminó por asentarse. Era un época sin reggetón, cumbias, bachatas ni tecno; TODO ERA ROCK. Y fue así cómo las disquerías comenzaron a aparecer por todos lados, despegándose del monopolio de “Feria del Disco” y haciendo una apuesta fuerte, arriesgada pero con una fuerte convicción y actitud, para entregarnos los mejores álbumes de la época. Estaba Billboard, Spec,Funtracks y hasta las más pequeñas y populares como casseterías “Su Música” tenían en sus vitrinas los platos fuertes de la época(de hecho en “Su Música” compré mi cassette Tripod, fue la primera disquería que lo tuvo!).

 

Pero había una disquería que se diferenciaba de todas las demás. Esta se llama TRI-ANGEL, y digo se llama porque aún existe con sus 2 clásicos locales en el subterráneo del Paseo Las Palmas (aunque en los años 90 contaba con un tercer local en Providencia con Suecia). Pues bien, lo que hacía a Tri-Angel diferente es que traía bootlegs de nuestras queridas bandas. Carísimos. No importa, pero los traían. En una época sin internet, éramos muchos los que habíamos escuchado Facelift y Dirt, habíamos leído las clásicas revistas Metal Hammer, RIP o Kerrang en sus versiones españolas o las originales Melody Maker en el instituto chileno británico que traían aquellos grandes artículos de Alice In Chains. Por lo tanto sabíamos que AIC habían hecho un tour mundial de Dirt y queríamos saber como sonaban en vivo. Para mí en lo personal, era una gran incógnita, pues si bien amaba a Alice in Chains, se me hacía muy difícil llegar a imaginar como podía sonar aquella voz en en un live show. Más bien, tenía pocas esperanzas, debido a que encontraba que Alice in Chains era la perfección. Bajas expectativas. Incógnita.

 

Sin embargo eso cambió, el día que fui a Tri-Angel y ví en las vitrinas el Bootleg “Little Red Rooster”. $13.000 para un estudiante en esa época, era realmente un precio prohibitivo. Sin embargo mi ansiedad era tal que volví y lo compré. Hoy parece fácil, lejano, pero juro que, nunca antes, experimenté un placer musical tan grande como escuchar la voz de motor de Layne en vivo por primera vez en mi vida. Fue un shock placentero. Luego vinieron We Die Young y Them Bones. En fin, mi pasión por los bootlegs no terminó y traté de conseguir los que más pude con un escaso poder adquisitivo. No fueron muchos originales, pero los 8 que tengo me apasionan tanto como los mismos álbumes originales, aunque tengan todo ese extraño arte alternativo no oficial. Hoy orgullosamente puedo decir que cuento con más de 200 bootlegs gracias a la internet. El sólo hecho de tener a Layne en vivo en cada uno de esos shows, me lleva mágicamente a esa época, dónde el rock realmente vivía.

 

Por. Schulz

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