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Creciendo en un pequeño pueblo en Oklahoma, las palabras, “no hay nada que hacer”, nunca estuvieron muy lejos de mis labios.  Jamás una idea tan ridícula me entretuvo, mirando hacia atrás.  Andábamos en  bicicleta todo el día, por las noches jugábamos basketball, raramente mirábamos televisión.  En retrospectiva, fue ideal.  Como dicen “La juventud se desperdicia en los jóvenes”.

 

Cuando tenía 16 años obtuve mi licencia de conducir, y el mundo se nos amplió.  Lo que significó, que salíamos principalmente todos los viernes y sábados por la noche.   Fue más “Dazed & Confused” que “American Graffitti” y espero que tenga un perfecto sentido para ustedes.

 

Aún así, no había mucho que hacer en un pequeño pueblo de un semáforo. Pero había algo que se presentaba de vez en cuando, al que yo y mis amigos le poníamos atención – un show de rock.  Los locales para conciertos estaban a una hora y media de casa, así es que nos tomaba un gran esfuerzo convencer a nuestros padres que éramos lo suficientemente responsables para ir por nuestros propios medios.  No lo eramos, pero nuestros padres nos dejaban ir de todas maneras.

 

 

Cuando estos poco frecuentes y altamente anticipados concierto finalmente llegaban, nos pasabamos todo el día en eso.  Queríamos conocer a las estrellas del Rock, así es que dejamos la casa muchas horas antes, muy tempranamente y hacíamos tiempo toda la tarde alrededor del local, preferentemente lo más cerca posible de los buses.  Inevitablemente, los músicos se compadecían de los chicos que se horneaban bajo el sol caliente y nos honraban con su presencia.  Algunos de ellos nos invitaban a comer con ellos, pero esto lo contaré en otro post.  Esto es acerca de la ocasión en que conocí a Layne Staley.

 

El concierto fue “Clash of the Titans”, contaba con 3 de los 4 grandes del Thrash Metal, Anthrax, Slayer y mi favorito Megadeth. En el último momento una banda e desconocida pero que emergía rápidamente con el extraño nombre de “Alice in Chains” fue sumada como acto de apertura.

 

Fue un interesante momento en mi vida como músico.  Habiéndo sido un dedicado thrasher por años, algo nuevo alteró rápidamente mi gusto.  Esa cosa la llamaron Grunge, y Alice in Chains era el principal ejemplo del genero.  El show de “Clash of the Titans” fue en Dallas, pero para esta época estaba en la universidad, así es que solo le dije a mis padres que iría.  Cuatro de nosotros hicimos el viaje, y llegamos muchas, muchas horas antes,  ya que esas bandas de thrash eran nuestros ídolos, y deseábamos sus autógrafos.

Mi encuentro con el solitario Layne Staley.

 

Enero 19, 2013 por Matt Syverson

 

Estuvimos preparados, con cuadernos y lápices, lo usual.  Además llevamos replicas de cartón del disco de Alice in Chains, los cuales eran básicamente la portada del álbum pero sin el espacio para contener el disco.  Fui un gran fan del álbum debut de Alice, pero nunca había visto un video de la banda, tampoco una foto.  Si mal no recuerdo.

 

Como sea, acampamos fuera, bebiamos cerveza y  mirábamos a nuestros idolos thrash, cuando un tipo que pensamos que era un roadie o algo así caminó hacia nosotros y señaló el poster promocional de Alice in Chains en mi mano,  “¿quieres que lo autografíe? Soy yo” Era Mike Starr, el bajista de Alice.  Era foto sobre an la portada manipulada y distorsionada.

 

En un santiamén, todos los miembros de Alice estaban en medio nuestro, disfrutando de la adulación de su primer tour nacional. Layne Staley llamó mi atención, haciendo trucos en su skateboard mientras le tomaba sus fotos. Esos eran los días previos a la fotografía digital.  Así es que, reservé la mayor parte de mi rollo de fotos para mis ídolos thrash, a quienes también conocí ese día.

 

Nunca me encontré con Layne nuevamente.  Nunca más lo vi después que me mudé a Seattle.  Los drogadictos son solitarios por naturaleza. Mi buen amigo J.D. Arrendó una casa en la zona del pueblo conocida como Ballard que Layne había arrendado un tiempo, algunos años atrás.  Las manchas de sangre de las agujas permanecián en el techo del sótano y los folletos de las clínicas de rehabilitación a veces venían dirigidas a Layne.

 

Cualquier discusión más sobre este tema podría deprimirme, así es que terminaré este post con una foto de el solitario Layne Staley antes que él se convirtiera en adicto, haciendo un truco de skateboard para mí.

 

Traducción: Hedy Montenegro Sánchez

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